Tiempo del hombre

Volver al nivel anterior



La particula cosmica que navega en mi sangre
es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mi tras un largo camino de milenios
cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.

Luego fui la madera, raiz desesperada.
Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Luego fui caracol, quien sabe donde.
Y los mares me dieron la primera palabra.

Despues, la forma humana desplego sobre el mundo
la universal bandera del musculo y la lagraima.
Y broto la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el azafran, y el tilo. La copla y la plegaria.

Entonces vine a America para nacer un Hombre.
Y en mi junte la pampa, la selva y la montan~a.
Si un abuelo llanero galopo hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de can~a.

Yo no estudio las cosas, ni pretendo entenderlas.
Las desconozco, es cierto, pues ante vivi en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes
y me dan su mensaje las raices secretas.

Y asi voy por el mundo, sin edad ni Destino.
Al amparo de un cosmos que camina conmigo.
Amo la luz, y el rio, y el camino, y la estrella.
Y florezco en guitarras, porque fui la madera.


		don Atahualpa Yupanqui

				(gracias a Silvia Gonzalez Ariki)