EL
REVOLVER FOTOGRAFICO: ¿UN PRECURSOR DEL CINE?
El 8 de junio
último, millones de personas de diferentes países alrededor del mundo pudieron
apreciar la silueta de Venus frente al disco solar, evocando a quienes en 1882
habían sido los últimos testigos de este raro fenómeno. En ambos casos, los
fines científicos fueron menores que el interés aficionado. Esto no había sido
así en 1874.
Fotografía del último tránsito
de Venus del 8 de junio de 2004 tomada por los autores. Se usó una cámara
Yashica FX-3 2000 y filtro solar (cortesía de Leo Pellizza) montado sobre un
telescopio Maksutov-Cassegrain Meade ETX-125. La velocidad de la toma fue de
1/1000 con película ISO 100 (Bajo Belgrano, Capital Federal, Buenos Aires,
Argentina). |
En ese entonces, el tránsito de Venus era un medio fundamental para el
cálculo de la distancia entre la Tierra y el Sol, la llamada unidad
astronómica, que brinda una idea del tamaño de nuestro sistema solar. El método
había sido propuesto por Edmond Halley en varios trabajos, el último de 1716, y
requería realizar dos observaciones de la duración total del tránsito desde
sitios de la Tierra con latitudes muy diferentes. El cambio en la posición aparente
–la paralaje– de ambas trayectorias del planeta sobre la cara del Sol, serviría
para calcular la distancia a este último. Con este dato, y midiendo los
períodos orbitales de los demás planetas, el empleo de la ley de los períodos
de Johannes Kepler daría la distancia a todos los integrantes del sistema
solar. Hoy la forma de calcular la unidad astronómica es más precisa y se basa
en hacer rebotar señales de radar contra la superficie de la luna y de los
demás planetas, y en comunicaciones por ondas de radio con las naves
interplanetarias lejanas.
El
tránsito de venus es en cierto sentido similar a un eclipse de sol; pero se
trata de un eclipse muy parcial, ya que el ángulo que forma el disco de Venus
es 32 veces más chico que el de la Luna. Entonces, durante un tránsito de Venus
se verá un pequeño punto negro
que se mueve a través del disco solar, como pudimos comprobar el 8 de junio
pasado al amanecer.
Foto del último tránsito de Venus tomada por Carlos Royo y Sebastià Torrell con una ToUcam Pro II y un refractor de 70 mm (f=500mm), en Barcelona, España. (Nótese que Venus se ve en la parte inferior del sol pues la imagen fue obtenida en el hemisferio Norte.) |
Los
tránsitos de Venus (al igual que los de Mercurio) son sólo posibles cuando
nuestro planeta se halla en el lugar donde se cortan los planos de las órbitas
de la Tierra y de Venus alrededor del Sol (llamados nodos). Esto puede darse a
los principios de diciembre y de junio. Pero los tres astros pocas veces se
encuentran alineados y por ello los tránsitos generalmente ocurren de a pares,
separados por ocho años, con más de un siglo entre
pares de eventos. Además, cuando se trata de observar el tránsito, hay que
tener en cuenta que en ciertas zonas de nuestro planeta este fenómeno no es
visible pues ocurre de noche. Por ello, aunque el próximo tránsito es dentro de
8 años,
en la Argentina este fenómeno recién podrá volver a verse en diciembre del
2125, ya que los tránsitos de 2012 y 2117 ocurrirán cuando el sol se encuentre
bajo nuestro horizonte.
Exceptuando el del 8 de junio de 2004, sólo seis tránsitos han ocurrido desde la invención del telescopio (en los años 1631, 1639, 1761, 1769, 1874 y 1882). Pocos observadores siguieron los eventos del siglo XVII. En cambio, en el siglo siguiente y armados de las ideas de Halley, astrónomos expedicionarios –entre los que contamos al capitán James Cook en Tahití– recorrieron los siete mares buscando zonas de buena visibilidad. Fue entonces que descubrieron serias limitaciones en la precisión de las observaciones que habrían de comprometer el cálculo de la unidad astronómica. Entre estas, estaban la difracción en los telescopios y la distorsión ocasionada por la atmósfera terrestre.
Fotografía de un tránsito de Mercurio, donde puede observarse el efecto de la gota negra. Imagen tomada por TRACE WL Continuum 5000 Å (Transition Region and Coronal Explorer, NASA) |
También había otros problemas, más relacionados con la condición
humana, como la agudeza visual, el tiempo de reacción y la coordinación
ojo-mano (para el cronómetro). Sin embargo, la dificultad que más los
sorprendió fue el efecto llamado ‘gota negra’ que consistía en una distorsión
de la silueta oscura de Venus en los momentos justos del segundo y tercer
contactos (internos), cuando Venus termina su inmersión y cuando está a punto
de comenzar su emersión, respectivamente. En esos momentos clave para la
medición, el círculo negro del planeta y el fondo negro del cielo parecían
deformarse y unirse por medio de un filamento borroso. Hoy se sabe que ese
efecto es real y que se debe a la forma en que dos gradientes de brillo se
suman: basta guiñar un ojo, mirar hacia una superficie brillante distante y, a pocos
milímetros del otro ojo, unir lentamente el pulgar y el índice. Este efecto
impedía cronometrar adecuadamente el tiempo.
Janssen usando su revólver fotográfico en Japón en 1874. Aquí se puede observar la disposición del espejo y del “revólver”. Imagen aparecida en La Nature de 1875, cortesía del Conservatoire numérique des Arts et Métiers. |
Para
las observaciones del siglo XIX se plantearon dos posibles soluciones a estas
dificultades. Una de ellas seguía apostando al ojo humano, armado del
telescopio para contrarrestar su pequeña recepción lumínica y permitir el
aumento de la imagen. Esto fue acompañado además de un entrenamiento intensivo
de los observadores. La otra solución planteada fue el empleo de un nuevo
instrumento para registrar series de imágenes nunca antes aplicado en el ámbito
de la astronomía oficialmente: la cronofotografía. El primer y mayor exponente
en este camino fue Jules Janssen con su revolver fotográfico, también
llamado simplemente ‘el Janssen’.
El
astrónomo francés Pierre Jules Janssen fue un reconocido ‘cazador de eclipses’
de su época y más tarde el fundador del Observatorio de Meudon, al sur de París.
Un científico de talla, Janssen, ya en 1868 había descubierto el Helio, primer
gas noble (aislado luego por Sir William Ramsay en 1895), estudiando el
espectro de la luz solar durante un eclipse. Hasta el
tránsito de Venus, nunca había utilizado la fotografía en términos
astronómicos, pero dadas las condiciones para la observación del tránsito de
1874, pensó que con ella se podría acumular la luz en un mayor "tiempo de
exposición" y obtener resultados más precisos. Esto fue acompañado por un
apoyo incondicional del gobierno francés, que le permitió realizar una
expedición a Japón, más específicamente a Nagasaki, victima años más tarde de
otro logro de la ciencia moderna: la bomba atómica.
Esquema del mecanismo utilizado por el revólver fotográfico. Imagen cortesía del Conservatoire numérique des Arts et Métiers. |
El Janssen fue el primer aparato estrictamente
cronofotográfico. Este revolver utilizaba dos discos y una placa sensible, el
primero con doce orificios (obturador) y el segundo con uno solo, sobre la
placa. El primero daba un giro completo cada 18 segundos, de modo que cada vez
que una ventana del obturador pasaba delante de la ventana del segundo disco
(fijo), la placa sensible se descubría en la porción correspondiente de su
superficie, formándose una imagen. Para que las imágenes no se superpusieran, la
placa sensible giraba con un cuarto de la velocidad del obturador. El tiempo de
exposición era de un segundo y medio. Un espejo en el exterior del
aparato reflejaba el movimiento del planeta hacia la lente que estaba
localizada en el barril de este revólver fotográfico, basado en el popular
revólver Colt. Recordemos que en 1835, Samuel Colt había diseñado una pistola
con un cilindro giratorio que contuviera varias balas, que podrían ser
despedidas por un solo barril.
El Janssen utilizaba el
método del daguerrotipo, que consiste
en una placa metálica de plata expuesta a yodo gaseoso, a partir de la cual se
forma –en la superficie de la placa– yoduro de
plata que es fotosensible. Luego de la exposición a la luz, se revelaba la
imagen con vapor de mercurio y se removía el exceso de yoduro de plata con una
solución de sal común. El daguerrotipo surgió a
partir de los experimentos del joven empresario Louis Daguerre, que en 1835 realizó el descubrimiento fundamental que daría forma
al primer método práctico de obtener fotografías.
A pesar de todos los esfuerzos en la mejora de las técnicas
fotográficas, el revólver de Janssen no obtuvo los resultados esperados para el
tránsito de Venus de 1874. Las imágenes que produjo eran difusas y
distorsionadas, de modo que un observador terminaba siendo más preciso en sus
mediciones. Quizás su futuro inmediato no estaba en la astronomía después de
todo sino, como veremos, en su gran aporte posterior al desarrollo del
cinematógrafo.
Paralelismo entre la secuencia del movimiento de un
caballo y el tránsito de Venus, este último registrado en una placa de prueba
para el evento de 1874 (adaptación de imágenes superiores cortesía de Leo
Alesandro; abajo se muestra una secuencia tomada de “Attitudes of animals in
motion” 1881 de E. Muybridge.) |
En el boletín de la Sociedad Francesa de
Fotografía, con la que Janssen se había relacionado estrechamente luego del
tránsito de 1874, podemos leer una comunicación suya de 1876 promoviendo el uso
de su invento para otras áreas de investigación independientes de la
astronomía: “La propiedad del revólver, de ser capaz de dar automáticamente una
serie numerosa de imágenes tan juntas como se quiera (...), nos permitirá
acercarnos a la interesante pregunta del mecanismo fisiológico relacionado con
el andar, con el vuelo y con otros variados movimientos”.
Posición de tiro con el fusil fotográfico de
Marey. Extraído de E.-J. MAREY, “Le Mouvement”,
Masson, Paris, 1894. |
En la misma época, el
fisiólogo Etienne-Jules Marey concluía que el caballo tendría durante un momento
de su galope las cuatro patas en el aire. De aquí que el millonario Charles Villiers
Standford -fundador de la
universidad que lleva su nombre- realizara una
apuesta de 25.000 dólares a favor de esta observación y contratara para
probarlo al inglés Eadweard Muybridge. Este será el primero, en 1878, en
conseguir registrar el movimiento de seres vivos, mediante un método con 12
cámaras fotográficas ubicadas en serie, reproducirlo e incluso proyectarlo.
Sin embargo el tiempo de la
proyección no se correspondía con el tiempo en el que había sucedido la acción
real, ya que los intervalos entre las fotografías no eran regulares (a
diferencia del Janssen, cuyos intervalos sí lo eran). Además, el
punto de vista de cada toma era distinto; no se estaba reconstruyendo la acción
desde la óptica de un observador, sino desde el de una cámara que acompañara al
sujeto -lo que hoy
llamaríamos un travelling- y en el que, en cada foto,
la acción tiene un punto de vista distinto.
Inspirándose en el inglés,
Marey logró solucionar estos problemas con su fusil fotográfico de 1882, que
tomaba 12 fotos pequeñas sobre una placa circular, con una exposición de 1/750
de segundo cada una y a intervalos regulares. La mejora del invento de Marey
sobre el Janssen fue que la imagen era captada por una –aún
frágil– placa de vidrio, de modo que ya no utilizaba el poco práctico
daguerrotipo, reduciéndose el tiempo de exposición.
Fotografía de los hermanos Lumière trabajando en su estudio (panel superior). Abajo, fotografía del film Salida de los obreros de la fábrica Lumière. |
Llegamos así a la primera filmadora, aunque
ésta guardaba ciertas diferencias fundamentales de concepción con las
filmadoras posteriores: las imágenes obtenidas tenían como objetivo descomponer
el movimiento para su estudio y no para su proyección; por otro lado, al ser
obtenidas sobre un disco de vidrio, la duración de la acción que se podía
registrar era necesariamente muy breve.
En mayo de 1891, Thomas A.
Edison presenta el kinetoscopio, invención que utilizaba rollos fotográficos –fabricados por George Eastman, creador de la compañía Kodak, desde
1884– en vez de fotos aisladas. Esto solucionó las limitaciones que tenía el
invento de Marey. Sin embargo, Edison no apostó al potencial interés de la
proyección pública, por lo que no fue conocido como el creador real del séptimo
arte.
A partir de este invento y
de las técnicas para proyectar dibujos animados, Louis Lumière concibe en una
noche de insomnio el mecanismo de uña, sistema más sencillo para el avance intermitente
de la película perforada. Su hermano Auguste, en sus memorias, nos recordará
este episodio al escribir “Mi hermano, en una noche, inventó el cinematógrafo”.
El 28 de diciembre 1895, los
hermanos Lumière hacen la primera presentación pública de su invento,
proyectando la película Salida de los obreros de la fábrica Lumière en
el sótano del Grand Café des Capucines, a pasos de la ópera de París. Se cuenta
que sólo asistieron 33 personas, entre estas Georges Méliès. Luego de un par de
días, la gente hacía cola a la espera de la siguiente función. Su éxito fue
formidable y permitió a los hermanos Lumière montar su propia productora
cinematográfica. Uno de los primeros sujetos filmados en este estudio fue,
casualmente, Janssen.
Con este invento concluye
una serie de investigaciones científicas –astronómicas
en sus inicios– que signó al siglo XIX, y abrió las puertas a un nuevo arte que se
convertiría en el modo de expresión del siglo XX.
(Colegio Nacional de Buenos Aires, CNBA &
Instituto de Astronomía y Física del Espacio, IAFE),
(IAFE & Departamento de Física, Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales, FCEyN, UBA.
Es autor del libro “El Big Bang, la génesis de
nuestra cosmología actual”, Editorial EUDEBA 2004.
Su sitio web es www.iafe.uba.ar/gangui.html ),
(Instituto Libre de Segunda Enseñanza, ILSE & IAFE), y
(Departamento de Física, FCEyN, Universidad de Buenos
Aires)